Sobre el autor de esta página.

Pofesor de Matemáticas.

Me llamo Santiago, soy profesor de matemáticas y escribo esto en septiembre de 2021.

  • Programador aficionado
  • Jugador de fútbol mediocre
  • Jugador de juegos de mesa
  • Matemático de formación
  • Profesor de matemáticas

Santiago Pozo
Agente diletante

Por lo visto acabé la carrera en 2005, lo ponía aquí cuando me decidí a redactar de nuevo esta presentación. Por lo visto también creé está página en 2008. Hace un viaje. Ese fue el año en que empecé a trabajar como profesor. Fue una carambola, estaba liado en otro mundo a millones de años luz de la docencia. En 2018 aprobé las oposiciones con plaza. No fue fácil. Para mí, no fue fácil. Ni las oposiciones ni el año de prácticas. De hecho el año de práctica fue traumático. El año de prácticas es un invento que se hace para conseguir que los profesores que ya tienen plaza experimenten un sufrimiento equivalente al de 10 años de trabajo ingrato, de esta manera es más probable que se amarguen y se vuelvan malvados. Ellos dicen que tienen que asegurarse de que eres capaz de dar clases, que es por los alumnos. No se entiende, entonces, que no lo hagan cuando empiezas a ejercer y no cuando sacas plaza, que muchas veces es cuando ya llevas muchos años dando clases o nunca. Es decir, para que no conozca el mundo desde dentro, son profesores provisionales toda su vida laboral, nunca aprueban (con plaza) unas oposiciones y, por tanto, nunca tienen que pasar por una fase de prácticas. Algunos son excelentes profesores. Otros no. No creo que haya mucha relación entre sacarse la plaza y ser o no buen docente.

En fin, que depués de aquel año del demonio, habiendo pasado un par de cursos más, vuelvo a parecer una persona normal. Como profesor disfruto mucho los buenos momentos y sufro poco los malos. Sobre todo porque los malos momentos en mi práctica docente están cada vez más separados y son menos intensos. Es una tendencia a lo largo de mi carrera, con retrocesos, claro está, pero ahora mismo tengo una percepción optimista de esto. Qué bien.

Algunos institutos donde he estado ordenados de manera imprecisa y elegidos sin un criterio claro.

  1. Ángel Saavedar. Este fue mi primer instituto. En él solo estuve tres meses. Está en Córdoba y era muy bueno. Fue la primera y última vez que tuve un bachillerato científico, pero todo se perdió en la bruma del tiempo.
  2. Sevilla Este. Aquí tuve mi primera sustitución de año completo y volví el año que cambió de nombre al de Margarita Salas.
  3. Colonial de Fuente Palmera.
  4. Caepionis en Chipiona.
  5. Cristóbal Colón en Sanlúcar de Barrameda.
  6. Itálica en Santiponce.
  7. Ramón y Cajal en Tocina.
  8. Llanes en Sevilla, aquí hice mi año de prácticas.
  9. Macarena en Sevilla. Fue un curso muy feliz.
  10. Beatriz de Suabia, el año de la pandemia y a donde vuelvo este curso 2021-2022, también en Sevilla.

Inevitablemente los institutos para mí tienen caras. Muchas caras. Primero aparecen la de los alumnos y alumnas que me hicieron la vida más fácil, agradable, divertida, positiva. Luego aparecen la de los compañeros que me hicieron la vida más fácil, agradable, divertida... Casi todos, la verdad. Qué suerte.

Me encanta encontrarme con un antiguo alumno o alumna, que me reconozca y que me salude y hablar un poquito. Muchas veces parece que yo soy el alumno porque hablo nervioso y digo alguna tontería. Eso me pasa porque me hace ilusión y porque quiero impresionarle. A estas alturas de la vida, ya ves.